viernes, 28 de octubre de 2011

Lo que yo siento



Mis llanos con agua y palma
es vida alma y belleza,
Venezuela es un tesoro
con un traje de pobreza. 

En su extensa geografía
se abren amplios horizontes,
con flora, fauna y sus ríos
de torrenciales corrientes.                          

El pecho se me agiganta
contemplando los garceros,
y oyendo a la paraulata
cantando sobre el estero. 

Y me alejo de los llanos
en mi caballo que vuela,
símbolo de libertad
que es el sello de mi tierra. 

Y paso a las cordilleras
de los andes mirandinos,
también en esas laderas
son trillados los caminos. 

Cuando dejo el occidente
y me dirijo hacia el sur,
al paso por el oriente
me instalo en Puerto la Cruz. 

El corazón se me agita
como un potro cimarrón,
viendo como la injusticia
galopa aquí en mi nación. 

“Dios” no tiene diferencias
para “Él” nadie es primero,
su corazón es tan grande
que le cabe el mundo entero.              

A todos nos dio lo mismo
nos hizo a su semejanza,
nos enseñó que el amor 
no conoce la venganza.           

Si nos amamos de veras
y hacemos su voluntad,
confiemos que en esta tierra
en vez de guerra habrá paz. 

En sus manos está mi pueblo
sin armamento y sin tropas,
Él sabe lo que yo siento
cuando improviso estas coplas. 

 Lucila Lárez Fariñas
de  Gutiérrez

viernes, 21 de octubre de 2011

Autobiografía (atendiendo a una solicitud)


Parte II

Mi padre, Felix Eloy Lárez, nació el 20 de Noviembre del año 1910, en la isla de Margarita Estado Nueva Esparta, Venezuela.  Fue hijo natural de Leocadio Fermín y Olimpia Lárez, ambos nativos de esta isla. Desde los diez años de edad se aleja de su cuna insular en 1920, bajo la tutela de un tío materno que lo lleva con él y se instalan con la familia en las zonas cafeteras de Caripe el Guácharo en el Estado Monagas. Caripe se encuentra en los límites con el Estado Sucre y sus linderos están inmediatos a los Municipios Santa María y Santa Cruz y por ende, al caserío El Clavellino.
Fue allí en El Clavellino donde conoció a mi madre, Josefa María Fariñas, nacida en ese lugar el 18 de septiembre de 1918, hija ilegítima de Ana Josefa Fariñas y Ruperto Villahermosa, quienes tenían varios hijos y gozaban del aprecio, respeto y consideración de las familias que como ellos, se ubicaban como clase media por su nivel económico-social y que poblaban los Municipios: Santa Cruz, Santa María, Muelle de Cariaco y los Distritos: Rivero y Bermúdez cuyas capitales son Cariaco y Carúpano respectivamente. Todas estas poblaciones y ciudades, entre las que se contaba el Clavellino, fueron fundadas por los españoles en época de la conquista.
No hablar de todos los atributos de este lugar, sería no sólo negar mi procedencia, si no también mi propia existencia y yo existo, llevando conmigo toda su imagen pintoresca como el primer escenario donde hice mi debut cuando empecé a actuar en el teatro de mi vida. Con sus casas de estilo colonial de altos portales y románticos zaguanes, cuyas fachadas conservaban la huella con gran nitidez del arte y la cultura de España, así como el característico perfil de sus mujeres y la valentía de sus hombres en el ruedo, rodilla en tierra, desafiando la bravura de un toro de casta escarbando la tierra amarilla, sin perder de vista la verónica que le invita a medir sus fuerzas con la inteligencia del brazo que la agita.
  
Esa estructura humanizada, de ninguna manera opacaba el marco de un paisaje hermoso, donde la naturaleza se destacaba a través de sus enredaderas con flores silvestres multicolores, que abrazaban los alambrados de púa sujetos a los gruesos tallos de frondosos bucares, que al florecer teñían de naranja y ladrillo el amplio y largo camino de arenas espesas. Su color rojizo aumentaba bajo los fulgurantes rayos del sol que se extendía desde la salida de la calle principal hasta los playones de piedras blanquecinas bañadas por las cristalinas aguas del caudaloso río que se deslizaba majestuoso, al tiempo que invitaba a nativos y extraños al disfrute del baño refrescante en sus aguas siempre frías  bajo las sombras tupidas por las ramas de los árboles que a nivel de ambas orillas se abrazaban para tejer un techo vegetal.
Los gigantescos bambúes inclinados sobre sus orillas, al  balancearse parecía que bailaban al son de la corriente. Era todo un conjunto de atributos naturales que el Creador concentró en ese rincón de la tierra, que unidos a la hospitalidad de sus habitantes, aumentaba el atractivo que llenaba de inspiración poética e impulsaba el talento y la creatividad del pintor, para plasmar en su lienzo, la belleza destacada  en sus amaneceres,  a pleno medio día  o en ese atardecer sereno, que se iba lentamente escoltado por el rumor del río que jamás se dejaba de escuchar. Era como el repicar de los rieles de un tranvía que va a toda velocidad devorando camino sin detenerse ni un instante, pero que nunca se termina de ir y siempre tiene vagones vacíos para cargar con cuanto encuentra a su paso, y muy especialmente en la  época de tormentosas lluvias que aumentaban considerablemente su caudal. Se transformaba entonces en un león rugiente que con su fuerza y voracidad y que amparado bajo la sombra de la noche y la espesa vegetación que le coronaba, era  muy difícil que cualquier víctima pudiera defenderse de sus garras.

Lucila Lárez Fariñas
de Gutiérrez
04/12/2008

sábado, 15 de octubre de 2011

Exaltación a la maternidad

                  

¡OH! Misión consagrada a la maternidad
Esa fuente divina que fluye del amor,
relámpago que alumbra con la fertilidad
para el fiel cumplimiento de la procreación. 

Es un rayo de sol es gota de cristal,
es mirar hacia adentro en plena oscuridad,
es oler una flor sosteniendo el aliento
es sentir el dolor y saberlo ocultar. 

Es abrazar al mundo sin los brazos tender,
es dar el corazón sin sacarlo del pecho,
es sentir muy profundo la magia de poder
alcanzar una estrella desde su propio lecho. 

Es saborear el triunfo en medio del fracaso,
es sentir valentía temblando de temor,
es sentir las espinas que hacen sangrar su brazo
para tener la dicha de alcanzar una flor. 

Es la naturaleza que todo lo ha medido
bajo leyes que rigen con razones extrañas,
contrariando a la mujer que no ha sentido
la dulce sensación de un hijo en sus entrañas. 

Lucila Lárez Fariñas
de Gutiérrez 

Puerto La Cruz, año 1983.-

sábado, 8 de octubre de 2011

Autobiografía (atendiendo a una solicitud)


  
Parte I

Olimpia Lucila Lárez Fariñas, nací el 06 de diciembre de 1937, en una noche iluminada por la luz de una hermosa luna plateada (según relato de mi madre) que se desparramaba sobre la silueta del pintoresco caserío “El Clavellino”, mi  pueblo natal y cuya jurisdicción político-territorial pertenece al Municipio Santa Cruz, del Distrito Rivero, Estado Sucre de los Estados Unidos de Venezuela. Tal era la denominación de nuestro país para esa época y la inscripción de la moneda que circuló hasta la década de los cuarenta, como tuve la oportunidad de conocer.

Esta biografía debe ser tan transparenta como yo, en tal sentido, será integrada por muchos detalles, que por simples y sencillos que parezcan, tienen la importancia de la vida misma, porque así es la vida: un cúmulo de pequeñas cosas, de detalles y momentos que van dejando huellas que serán importantes, según el calzado y de quien sea el pie con que se marquen sobre el terreno de ese camino sin retorno. Es por eso que daré respuesta a interrogantes como ésta: ¿Olimpia? mi primer nombre de pila nadie lo conoce; fue algo así como que se borró antes de escribirlo. Mi padre quiso que yo llevara el nombre de su madre, pero a mi madre no le gustaba; en cambio que “Lucila” se llamaba su madrina, quien la vio nacer, la quiso mucho, la consentía y complementando la educación de su hogar le enseñó el arte de la costura y muchas otras manualidades. He allí la razón de que mi primer nombre no aparezca en ningún documento de identidad y tal vez, haya influido en el espíritu de soledad que me ha acompañado; porque siempre que me han preguntado por mi otro nombre he respondido yo soy “Lucila Sola.” Sin embargo, cuando empecé a valorar el amor hacia los padres, supe lo mucho que él quiso a su mamá y muy dentro de mí había una pena y para mitigarla, me inventé una firma con la “O” al comienzo. Cosa que él no conoció...

Lucila Lárez Fariñas
de Gutiérrez
04/12/2008

Luego de dos años...

No es fácil abrir la puerta de la antesala de una obra literaria cuando se trata de una primera edición. Sin embargo, la misma pasión y...