viernes, 3 de febrero de 2012

Mar y Sabana

 
                        Me fui a la orilla del mar
un día por la mañana,
y al ver su serenidad
me acordé de mi sabana. 

Al ver a los pescadores
luchando con su atarraya
pensé en el ordeñador,
preparando su cuajada. 

Al mirar al alcatraz
volando sobre las aguas,
recordé a mi alcaraván
cantando  bajo la palma. 

Y el rancho del pescador
en la orilla de la playa,
no tiene el mismo valor
si no tiene su atarraya. 

En la casa del llanero
en la sabana tan sola,
no existe vida y calor
sin un manojo de soga. 

Es un tesoro mi llano
con rebaños y potreros,
el mar es fuente de vida
de todos los marineros. 

Ese cielo azul celeste
techo de ese mar bravío,
es el mismo que cobija
a los llanos y a sus ríos. 

Enigmático es el mar
con sus aguas tan saladas,
el jagüey del morichal
es de agua ensangrentada. 

Con las espigas al viento
el llano me hace soñar,
con sus lagunas tendidas
que bañan el morichal. 

Así a la luz de la luna
cuando se baña en el mar,
con el rumor de las olas
el alma empieza a volar. 

Son dos vidas muy distintas
el mundo así opinaría,
la sabana siempre firme
donde seguro has de andar,
y en aguas del mar profundo
tu barco naufragaría,
si vemos al fin de cuenta
a tierra te ha de tragar. 

Entre mar y tierra firme
esta vida siempre bella,
amor inmenso que inspira
la gran Obra del señor,
mi espíritu soñador
y el cielo lleno de estrellas,
aquí le confío a ellas
lo que tengo y lo que soy. 

Lucila Lárez Fariñas
de Gutiérrez

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